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La transportación del hielo atrapo las piedras que se escurren bajo el silencio del agua, y en el sueño el bálsamo perpetuo de aquellos días donde te amaba, dejan de existir sin dejar los residuos bajo el pecho, mi alma es pobre y la obra se va acabando, cuando al darme la vuelta, puedo escuchar a las sombrías noches llamar al llanto, no es tristeza, pero lo que yo bese se ha perdido en el tiempo y el semen de una caricia es el aspecto de un espectáculo a nuestros ojos, que herméticos al odio, van enseñándonos como se expande la presión.
Un sistema sin motivación, se propaga como el oxido por la piel, implicando a mi temperatura a saciar esos rayos gamma inventados al azar.
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¿Estaremos preparados para descubrir y amamantar que la tierra de arenas silvestres, va difuminándose a base de golpes incandescentes, y los oxígenos vertidos, se abren paso entre corrientes de vagas esperanzas?
Y la danza continua con los vapores de lo perverso, me provoca la inmensidad que como una marea, me adormece el crepúsculo y se van perdiendo a la madrugada sin la gravedad del palpitar, que desde el vientre, vuelve a la trinchera de mis añorados sentimientos, todo se asoma a esa gran terraza del olvido amargo, pues el oscuro rincón donde todo se conmueve, es el paso que se vuelca con el frió a los altos de mi pecho.
Una pelusa se atrinchera como las estaciones que se zambullen en la carne y ese alma cabizbaja se retuerce sucesivamente en los conductos de la sangre, convirtiendo en huracanes el desequilibrio donde la niebla va difuminándose y caigo a las arenas donde la lluvia va convirtiéndolas en heridas de abismos tan profundos, que el sentarme al fondo, se interrumpe el pensamiento oculto de la luz.
Lo indivisible del descubrimiento, como un río inmóvil que pierde la fuerza de esa riqueza de la palabra, y la libertad de haber sentido, abrazándome a la adversidad de aquellos signos furtivos que dieron vida propia a los sueños.
Todo se va desplazando, sin acertarme ni una sola vez, el desquite de tanta gravitación, que se ha desplazado como un rojo anaranjado de aquel atardecer en que desee por un momento que el mundo cambiase de rotación.
Un sistema sin motivación, se propaga como el oxido por la piel, implicando a mi temperatura a saciar esos rayos gamma inventados al azar.
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¿Estaremos preparados para descubrir y amamantar que la tierra de arenas silvestres, va difuminándose a base de golpes incandescentes, y los oxígenos vertidos, se abren paso entre corrientes de vagas esperanzas?
Y la danza continua con los vapores de lo perverso, me provoca la inmensidad que como una marea, me adormece el crepúsculo y se van perdiendo a la madrugada sin la gravedad del palpitar, que desde el vientre, vuelve a la trinchera de mis añorados sentimientos, todo se asoma a esa gran terraza del olvido amargo, pues el oscuro rincón donde todo se conmueve, es el paso que se vuelca con el frió a los altos de mi pecho.
Una pelusa se atrinchera como las estaciones que se zambullen en la carne y ese alma cabizbaja se retuerce sucesivamente en los conductos de la sangre, convirtiendo en huracanes el desequilibrio donde la niebla va difuminándose y caigo a las arenas donde la lluvia va convirtiéndolas en heridas de abismos tan profundos, que el sentarme al fondo, se interrumpe el pensamiento oculto de la luz.
Lo indivisible del descubrimiento, como un río inmóvil que pierde la fuerza de esa riqueza de la palabra, y la libertad de haber sentido, abrazándome a la adversidad de aquellos signos furtivos que dieron vida propia a los sueños.
Todo se va desplazando, sin acertarme ni una sola vez, el desquite de tanta gravitación, que se ha desplazado como un rojo anaranjado de aquel atardecer en que desee por un momento que el mundo cambiase de rotación.
Misk
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