No es nuestro aquel trozo de bosque

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¿Pensaste, que todas aquellas margaritas
que fueron nuestra alcoba, aquel rincón
sublime, de mullidos intercambios,
donde la sangre armonizaba en el sondeo
del empuje, sintiendo la pubertad de los sentidos,
encendiendo y enloqueciendo los delirios,
y viéndonos pegados hasta tocar el aliento,
como señuelos detrás de otro cuerpo,
eran nuestro trozo de bosque?



Y callando amor… otorgaste en mi conciencia
las idénticas marcas que hoy son lastre,
en los troncos de los árboles.
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Misk
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