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Desde el templo que lo conservo,
entre las mil dudas de su pecho,
cambio la ausencia de los violentos
sentidos de su sexo, por sus amplias alas,
fecundo el ardor para esconderlas
y en su mano puso el arco donde anuncia
los ocultos lugares de sus ojos,
y en el intimo amanecer
del extracto de su esencia
se detiene el tiempo en el corazón,
y atormenta con una daga los contornos
de sus caderas, no concibe la tierra
y se muestra osado al verbo,
destrozado por dentro, el mundo nunca
vera mas que el estado puro de sus labios,
quizás no lo sepan nunca,
que vino a mi en un estado de devoción,
despegándose del calor de sus ancestros,
es hoy mi héroe en los cercanos paisajes,
donde las tormentas arrasan los llanos
de mi pelvis, morada inquieta de los deseos
apasionados, las plumas frágiles
profanan las manos, un puñado de otoños anaranjados
que arranca del frió la ternura de mi amado.
En el centro de la Estepa los ritos en celo van
con los silencios de la luna que peregrina con lenguas
extranjeras, el poder de los lobos, atraviesa
las estaciones y en la inocencia de un verso
se esconden los hechizos de los gestos,
esos presagios tan extraños que allí fuera nos pertenecen,
y en nada convertimos como animales de paso,
que en sombras queda los olfatos preñados,
tan deseables al color, y no dormimos
por que los parpados se sostienen de imágenes y palabras,
hoy estoy aquí, como el guerrero del mundo,
sencillo, tan humano, y tan cerca que con los ojos abiertos
te lleno de huellas y humo, y un soplo de mis labios.
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Misk
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