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Hoy los pensamientos fueron de entierro,
quizás penséis que macabro sentimiento,
y es que yo... la he visto tantas veces,
que necesito darlo y de algún modo escurrir
el bulto.
Os veo a todos, a esos que yo más quiero,
entre la espesa y silenciosa tierra,
negros ojos de tristes tertulias,
dejando este cuerpo entre clavos y tablas,
de dos metros dicen y esa hechura cavilando
entre mis nalgas, pero yo ya no soy yo,
es el alma que como un principio de todo
se sostuvo en silencio a dos metros
de vuestros corazones, entonces...
La esencia, el proceso de coagulación,
la extinción de la carne, ese órgano
transparente que intento tantas veces
amansar los coléricos nervios,
tan incapaces, de sus mismos deseos,
amoldados y tan retirados,
y aquellos otros de contemplación,
delirios que a conciencia amaban,
esos latidos que la misma tierra fusionaba
irreversible en la respiración,
y es que ese cuerpo fue la prueba mas señalada
de funciones escasas, encargado tal vez
de interpretar la definición de la vida,
y en su propio intento, enseñarme,
hacerme comprender con señales, la determinación
donde el cerebro como un tallo vital
conducía al corazón a la más elevada concepción...
por eso siento que me rebelo, y pienso...
pobre cuerpo desgraciado y los bichos acechando
entre las bisagras, esperando, carnívoros
y tan sedientos, como si ayer no se hubieran
calzado la boca y sin escrúpulos no hubieran
merendado, yo no quiero algo así para ese cuerpo
que me dejo sutilmente su belleza en el recuerdo,
no, no.... yo quiero que sea partícula de polvo,
ese instinto de supervivencia, mientras
aún sigue la función de las raíces que transitan
dándole sentido a todo...
Deseo la incineración, el crematorio, el fuego
como recuperación de la pureza, polvo eres
y en polvo te convertirás, es la idea,
la existencia infinita, que se evade allá donde los verdes
penachos son residentes del agua, que corre libre
y quizás algún polvo, un matiz encuentre su conductor
salte entre corrientes y esquive
lagunas individuales y así volver
a una etapa solitaria, un estado de inmadurez
gozar como cualquier niño que atraviesa
su primera desnudez, intrépidamente
romper los escollos de la luna y volar,
volar... si, volar.... de nuevo
en la dulzura, mientras observo
que la felicidad rompe de nuevo
en aquellos que fueron carne de mi carne,
sangre de mi sangre, células vírgenes
que nunca llegaron a comprender
que la propia muerte solo es, la libertad
la transformación, de esa energía radiante
que empuja al cuerpo a ser
lo que la esencia del cerebro nunca
llegara a comprender...

Misk
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