Cuanto
más trato de entender el conocimiento
el
padecer, el castigo, me obliga a permanecer en silencio
y
contradigo la esperanza que no entiendo.
no
es la voluntad, ni el vivir aquí o allá,
ni
las leyes donde se sobrevive,
ni
los devaneos que ciegan las sonrisas,
ni
las elecciones del destino,
no
son los violentos y sentidos deseos,
ni
aquellas estrellas que nos alumbran,
en
realidad se aguanta porque piensas
que
en algún momento serás rescatado,
pero
no… no es así, ni siquiera son conscientes
del
tormento, de los desatinos,
de
la soledad, de todo lo que yace muerto
alrededor,
del cinismo, de una humildad tan pobre
que
da asco, de los traidores, de lo ingrato
que
es revivir cada secuencia,
y
morir, si, mientras ese aliento
gime,
en la más absoluta confusión,
con
la obscura melancolía
entonces
me doy cuenta,
de
lo que siento,
desprecio,
noches
pálidas donde la juventud
murió,
se fue…
y
tengo la impresión de que no estoy,
que
en algún contratiempo morí,
y
solo soy sueño de otro sueño,
y
no obstante me pregunto
si
la tierra en la que habito
es
parte de nuestros corazones,
si
la bondad, la verdad que acontece
en
el ir y venir, en el gentío que la sostiene,
es
una ruta a la inmensidad,
y
al final…
otra
vez vuelven,
día
a día, la noche,
como
la oscuridad,
la
maldad, el vivir durante tanto tiempo
bajo
el amparo de los rumores,
todo
resiste bajo el pecho que se revuelve
desde
el agotamiento, autista soy
e
impera el frio, esa condena
esa
tristeza que bajo el amparo de la carne
irrumpe
en el dolor y ningún sonido
salta
a los labios y se encierran sentenciando
a
ese principio sin fin…
y
aunque intente una y mil veces
explicar,
imitar, jugar, a ser un cuerpo
traslucido,
a un instante efímero
de
dolor e hipocresía,
mis
ojos, son como tinieblas,
que
se perdieron en el horror.
el
vientre duele, el corazón nacido
esta
condenado, y mi locura se encierra
en
una esfera donde los daños colaterales
son
peor, la memoria se derrumba
bajo
los parpados y se convierte
errante,
como un monumento
que
eterno vive, gris, oculto como la piedra
sin
odio, y bruscamente
en
alguna necesidad
el
llanto fluye porque el rencor, los años,
los
túneles aún permanecen dentro del tiempo
donde
se imploran los sentimientos.
Entonces
al cabo del tiempo me doy cuenta
que
he perdido mi sensibilidad,
que
los ojos se volvieron siniestros,
que
la inquietud ya no me desespera,
y
que no importa mañana, ni siquiera hoy,
que
no escondo mis huellas
porque
este corazón quedo entre los campos
áridos
donde la muerte es la única alternativa.
Misk
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