LOS INDICIOS




Son fundamentales, como la mañana cuando rompe la tarde, como una soledad añadida y seca y siempre lloras…






Esos primeros años en el conocimiento de ambos, noches de baile y erotismo, abandonándose los cuerpos, representando escenas de poemas y de versos, ¿qué influencia tan tremenda causo en mi? el estío… los ojos que fueron obra de un concierto, de una vida…

Quizás me esforcé demasiado, tan abajo, ni siquiera el sueño mas real fue capaz y nunca más saldrá el sol, allá la voz, en lo alto quedo, como un silencio aterido, al frió, a lo inexpresable…

Eras perpetuo, escapando al amanecer, desde el mismo sitio, abandonando las aguas, las húmedas lagrimas, desapareciendo cuando los parpados caían rendidos, y los arboles agitaban sus ramas desde el mismo sitio que el viento… cabalga!

Y permaneces en el mismo sitio, húmedo y lleno de heno, aunque no eres tú, y eres el único que lo sabe, ves caer el cuerpo y ajeno llamas a la puerta, completamente solo…  y fundes el tiempo, la lejanía, das vueltas, uno junto al otro, en ese espejo, y oyes toda la noche, mi amor, mi simple duelo.

Tengo que pensar, cada ejecución, cada movimiento que de la misma blancura volvía a ti, y bajo el sol, reposando veía atardecer, un instante en el encuentro y un soñar que el mundo nos daba la eternidad…

Tan hermosos eran que preguntando al universo, cubrí mi rostro cuando el vientre llano serpenteaba con indiferencia la duda… esa terrible duda… ese indicio de que eras tú…

Cada uno de nosotros, guiado por el espíritu completábamos el matiz del instinto, esa primera lección donde el corazón solo cabe en el hueco de una mano, un promedio que la espera en su indeseable conocimiento se adueñaba de la tristeza.

Los cuerpos domados en la noche legaban su decoro a la lujuria, mientras se invadían como bellacos, desnudos, los secretos que en el manto de la oscuridad prendían el tributo donde los sentidos no tenían sonidos, el diafragma dominado caía en la faz de la tierra.

Es una casa de citas… hubieras tenido el valor que de tus actos inarticulados brotaba un plumaje de alto linaje, como un mote, solo temporal que el ficticio mundo al que perteneces, afortunados somos los que en nuestra propia naturaleza jamás entenderemos la verdad de un día triste y olvidado…

No  te culpo por ser consecuente, ni por honrar lo que tu ojo desea, ni por ser el ruido que acribilla día a día mi desnudez, ni por piratear mis sentidos de la caricia, ni por no haber sido aquel guerrero del antifaz…

Misk


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