En la lyra estas bajo la punteada



1. 

Así con la cuerda que ata tu carne a la mía,
con los ligamentos que fueron tu alimento
allá dentro, donde la ternura comienza
y la locura abastece momentos de duda,
armaste una escritura de leyenda que se formaba
como una alquimia oculta a la existencia
del mas vano recuerdo.
Con el liviano encuentro de la rebelión
forcejeaste en los muros, luchaste
como un camaleón,  te ocultaste del resto,
y en un tiempo de sorpresa, atravesaste el Olimpo,
un lugar sagrado de una alta concentración
donde todas las victorias se resuelven en un verso.
Y comprendí el experimento, esta hazaña única
que de la costilla mellaba y se inmolaba
como la esencia absoluta, completa y divina,
de la inmortal, la inmersión que dentro se sumergía.

2.

Pero me recuerda este abdomen lo que estremece
allá dentro, todos esos instantes que de cuerda tensa
cayeron en el ensueño y la impaciencia juvenil… entonces
me acuerdo de que todo el tiempo latí en silencio
y que el  cuerpo solo estuvo sostenido en el fenómeno
de las subsistencia.
La difusa memoria me envuelve y es difícil
volver acostumbrarse a esos círculos que giraban
entorno a la oscuridad.

3.

Saliste del vientre entre la llama
de esa juventud perversa y como un animal
gritaste desde el pulmón, brotando de ti la vida
y se abrieron nuevos mundos, preguntas que se hicieron
ovillos en mi mente, mientras el aire era succionado
con una actividad de existencia que abarcaba el contenerse
porque todo alrededor eran ojos, fulgurantes
perversos, llenos, llamativos.
y la aleación que llevaba dentro fundió
la resonancia del viento, alborotando quizás
ese solemne momento de la ignorancia.
el sentimiento severo, tan serio y enigmático
como un polvorín dentro de un cajón de confeti,
sentenció la pluralidad del desenlace.

4.

Y en tus ojos cabalgue mientras comenzabas
Y yo andaba completamente recordando
el alcance de la felicidad, guardando quizás…
los propósitos mal avenidos tan extremos
que bajo la lluvia lloraban aquí adentro,
y que en el más fértil de mis recuerdos
contuve el aliento y la locura como un síndrome
de abstinencia, mientras en la mojadura
escondía la insoportable levedad del ser.
Tú eras el rumor, la dulzura, el jardín, la mar,
y yo solo odiaba mi existencia mientras el corazón
murmuraba mea culpa.
oh! dios cuantas veces hubiera deseado morir y no
ser la cruda realidad de un llanto apagado.




Misk
y seguimos
(Todas las Historias de la Noche)



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