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Durante ese espacio que duro
aquella proyección en la superficie,
sus temblores bajaron a los opacos
y deformes constantes de la vida,
restaurándose al estallar en sus manos,
la prudencia callo lenta y caótica
junto al dedal del empuje adaptable,
lámpara luminosa de su ensoñación.
Entonces en sus minusválidas vertebras
que desde el trapo adaptado osaba a la vida,
esas variantes del control, integrado
en los hilos que eran manejados, sintió
la pena más intuitiva, y aunque hubo
unos segundos reales, la flexibilidad
del funcionamiento se distinguió
sin ninguna duda, en los labios sonrientes
de aquel ser humano que mandaba
a su antojo, el sentido implantado
bajo el tejido ruin y alambrado
de aquel ser inútil y blando,
utilizando a su antojo insatisfecho,
de quien lo manipulaba.
Luego el proceso fue simple y claro,
una estrella fugaz rompió tremenda
en la cornea, culpable de sus desvelos,
simulando su nombre junto al mío...
Una rutina en sus enseres y algo mas
en mis bolsillos, cuando el combate
por lo absurdo salpicaba a las manos
encerradas, distendidas en la inocencia,
parlantes mudas de orígenes desconocidos.

Dentro de lo artificial,
contrahecho o disfrazado, los años son los años,
mientras los deseos son inmortales,
siempre jóvenes y aparentes, dispuestos
a cualquier ocasión, están y son verdaderas
bombas de relojería, pero luego esta
ese poblado rustico que acalla con fuerza
el cerebro, esa parte delicada, donde se esconde
el oro, la vanidad, el egocentrismo,
quizás apurando un poco, la avaricia,
corrompiendo o manipulando al deseo inocente,
es por eso que morimos, por dentro,
aún a sabiendas de que seguirá existiendo.
Misk
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