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Estaban calladas y quietas,
templadas del norte ignoraban
cuan gemelas eran.
Erraban disculpas suaves en sus grietas,
pero se conocieron y no pudieron
vivir la una sin la otra.
En cada camino se llamaban
tan efímeras como el tiempo,
se dejaban entre sombras y escapaban
de aquellas otras tan parecidas…
Cada mañana a la luz se miraban
entre los espejos de su propia imagen,
creyéndose encontradas gozaban
ardientes mientras se modelaban.
Y en ese intento de enroscarse
entre sus profundos sentirés,
se daban cuenta que solo eran
reflejos desgarrados, de sus propios
latidos, …y lloraban, ya lo creo que lloraban,
y llamaban… con su forma de hablar
tan peculiar del sentido abrumador
que saltaba sin reposo
en la bruma de su movimiento,
enramado como los cinco sentidos
del ensueño que mueve el viento,
al contemplarse suspendidas
en el quebranto del silencio.
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